EL CAMINANTE

El anciano golpe贸 su reloj y el segundero avanz贸 una posici贸n. A duras penas pod铆a caminar cuando ya el fragoroso r铆o se amortiguaba en la lejan铆a. El sol parec铆a preso en el horizonte. Divis贸 algo suspendido a un par de metros, quiz谩 un p谩jaro. La turbia vista de Jack s贸lo identificaba una oscura mancha. Al acercarse comprob贸 que era una golondrina. Petrificada en el aire, se manten铆a flotando como atada de un hilo.

—¿Est谩 viva? —musit贸.

Dio un par de vueltas alrededor del p谩jaro en busca del truco pero no lo encontr贸. Se detuvo para tocarla y el ave continu贸 su vuelo. Su vello se eriz贸 y un escalofr铆o recorri贸 su espina dorsal. Su respiraci贸n se aceler贸. Meditando sobre el ave, Jack no se dio cuenta de que cada vez caminaba m谩s r谩pido. Lo que s铆 not贸 fue como se recargaba de vitalidad y sus dolores desaparec铆an. Deambul贸 durante horas. El sol enfurecido retrocedi贸. Not贸 el calor del mediod铆a y el suave frescor de la noche en s贸lo un instante. Su coraz贸n estaba ocupado en bombear a toda velocidad. Su vista, ya n铆tida, se manten铆a apuntando al infinito,. No quer铆a ver la lluvia salir del suelo para volver a las nubes, ni a los 谩rboles hacerse m谩s peque帽os, encogerse hasta convertirse en reto帽os y desaparecer en la tierra en forma de semilla. Not贸 un fr铆o extremo, el helado invierno concentrado en una fracci贸n de segundo, y se desplom贸.

Cuando recuper贸 la consciencia era de noche. Se sacudi贸 el polvo y avanz贸 lentamente hasta el cobijo de un enorme nogal. El elevado calor nocturno hac铆a vibrar los insectos. Devoraba unas nueces pensando en lo sucedido. Los insectos callaron y se escuch贸 un crujido. Un jabal铆 le hab铆a enfilado. Corri贸 todo lo r谩pido que pudo y al girarse vio al animal paralizado, congelado, igual que aquella golondrina. Se encaram贸 a un peque帽o 谩rbol, se detuvo y la bestia pas贸 de largo. Al frotarse la sudorosa calva, escuch贸 el tic tac del reloj. Baj贸 observando sus agujas. Dio un paso y el segundero vacil贸. Camin贸 un par de metros y se par贸 por completo.

Por fin lo comprendi贸 todo. Y corri贸. Corri贸 hasta que su piel se limpi贸 de manchas y los a帽os no fueron m谩s que un recuerdo. Corri贸 hasta el 18 de septiembre de 1980, y corri贸 hasta la Estaci贸n Central. Morgan le mir贸. Jack estaba en mitad del and茅n con las ropas ra铆da.

—Morgan, si me quieres, no subas a ese tren.

—Pero Jack, tengo que subir ya.

Morgan intent贸 subir al tren lanzando al aire el 煤ltimo beso que hubiese dado en su vida. Pero Jack la sujet贸 por la cintura y la acerco contra su pecho, solap贸 sus j贸venes labios en un beso casi eterno.

—Se ha marchado el tren —dijo Morgan al despegarse de Jack.

—Si pero t煤 sigues aqu铆, y eso es lo importante.


Si te ha gustado este relato, agradecer铆a que dejases aqu铆 mismo un comentario. Tambi茅n puedes compartirlo en tus redes sociales y as铆 ayudarme a darle visibilidad, suscribirte por correo electr贸nico al final de la p谩gina o seguirme en mis redes sociales para mantenerte informado.


Comentarios