LA EMPLEADA

—Y cuando acabes de hablar, por favor, c谩llate. Deja de abrir ese pozo al que llamas boca, de donde solo salen palabras p煤tridas y mentiras. —Las mejillas de Marta hab铆an tomado un color ros谩ceo y una vena en el cuello estaba ganando grosor—. ¿Te crees superior a nosotras, verdad? Nada m谩s hay que verte ah铆, todos los d铆as despanzurrado en tu silla, toc谩ndote los...

Marta hizo un gesto con las manos, como sopesando el aire, pensando en si decir o no la palabra que se le sub铆a por la garganta. Hizo una pausa y continu贸.

—Los cojones. Lo que eres, es un amargado de… ¡De mierda! —dijo haciendo resonar la erre como un taladro—. ¡Un cerdo amargado de mierda! ¿Has visto? Todos sabemos insultar. Pero si no te decimos que eres un cabr贸n, un puto cerdo asqueroso, es porque tenemos un poquito m谩s de educaci贸n que t煤. ¿Acaso crees que no nos afecta que nos trates as铆? F铆jate en la pobre Cinthia. La semana pasada se fue llorando y todo porque, seg煤n t煤, ella era la peor empleada que hab铆a pasado por la oficina. Que no la desped铆as por pena, porque si no fuera por ti, estar铆a comiendo basura de los cubos. La hiciste sentir como una in煤til, y encima hay que besarte el culo. ¡Oh gran Amo y Se帽or! —Elev贸 el tono a煤n m谩s mirando hacia el techo. Baj贸 de nuevo el ment贸n y solt贸 un par de carcajadas secas. —Y luego le diste una palmadita en las nalgas. Hijo de…

Su rostro se hab铆a congestionado de tal modo que las gotitas de sudor se congregaban en su frente. Meti贸 la mano en el bolso y exhibi贸 un nueve corto, con el ca帽贸n reluciente. Alarg贸 el brazo y amartill贸 el arma. La sujetaba con tanta fuerza que temblaba entre sus dedos.

—¡Vete al infierno, que es de donde has venido pedazo de cabr贸n!

Los esputos salieron disparados de su boca retorcida. Alguien golpe贸 repetidamente la puerta y Marta se asust贸. Apret贸 el disparador, pero por suerte el seguro a煤n estaba puesto y el arma solo emiti贸 un chasquido apagado.

—¿Marta? ¿Est谩s ah铆 dentro?

—Ssss铆… En seguida salgo.

Se mir贸 al espejo; todav铆a apretaba con fuerza la Browning. Afloj贸 la mano y la desliz贸 dentro del bolso. Se refresc贸 la cara, cerr贸 el grifo y asinti贸. Quit贸 el cerrojo y abri贸 la puerta.

—Chica, que barbaridad, casi me hago pis encima. Tardo un segundo —dijo Cinthia y entr贸 en el ba帽o sin dejar que Marta saliera—. ¿Est谩s bien? Tienes la cara un poco colorada.

—S铆, estoy mejor que nunca.

Cinthia apret贸 el bot贸n del retrete y se subi贸 tanto las bragas que se introdujeron entre sus nalgas. A Marta le provoc贸 una risita.

—¿Qu茅 pasa? —inquiri贸 Cinthia.

—Nada, nada. —Y volvi贸 a sonre铆r. Cinthia la golpe贸 en el hombro y se lav贸 las manos.

—Anda vamos que tu jefe nos est谩 esperando, quiere alardear de empleadas delante de la junta. ¡Como odio estas cenas! —dijo Cinthia. Marta se encogi贸 de hombros—. ¿Est谩s lista?

Marta apret贸 su bolso contra el cuerpo y esboz贸 una amplia sonrisa.

—Estoy m谩s que lista que nunca.



"Y cuando acabes de hablar, por favor, c谩llate." — Frase extra铆da del cl谩sico Alicia en el Pa铆s de las Maravillas.


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