INSPIRACIÓN





Cuando un escritor se sienta delante de un trozo de papel en blanco es porque tiene algo que contar al mundo, o al menos así debería de ser.

En ocasiones sucede justo lo contrario. El escritor se sienta delante de la hoja y espera a que ese objeto inanimado le hable. Quizá algún nuevo personaje se le aparezca con un poco de suerte, y sea capaz de contarle qué es lo que ha hecho el fin de semana, qué aventuras le depara el destino o, en el mejor de los casos, cómo piensa cometer el asesinato perfecto cuando caiga la noche y se adentre en un callejón oscuro con cierto perfume a orín humano. Sin embargo, una hoja no tiene vida y no puede narrar ninguna de esas historias. Esas cosas solo suceden en la mente perturbada de quien escribe.

Hace años, Melania solía escribir a mano el primer manuscrito, cuando aún le quedaba algo de inspiración. Llenaba de tachones cada hoja, pues raro era el renglón que quedaba intacto, y aprovechaba los márgenes para realizar decenas de anotaciones. Después, con la llegada de las nuevas tecnologías, esas notas eran insertadas como hipervínculos, comentarios, documentos paralelos e incluso utilizaba aplicaciones especiales para escritores. Somera estafa. A fin de cuentas, tal y como ya había leído en muchos manuales, el exceso de tecnologías no hacía más que distraerle de las tres claves necesarias para conseguir el éxito. Escribir, escribir y escribir.

La mayoría de días que trataba de ser auténtica daba igual si trabajaba con el ordenador o aporreando un bolígrafo contra el papel, lo único que esa puta de blanco le mostraba era el cursor parpadeante en el primer caso y una serie de tachones ininteligibles en el segundo. Creía a ciencia cierta que un potente MacBook o una pluma Cartier no podrían cambiar el resultado, pero oye, chico, tenía que molar. Tampoco era cuestión de culpar de su bloqueo al boli BIC que solía utilizar, aunque era triste que todo su legado para la humanidad fueran varias marcas de tinta azul donde debería de ir el título, y una suerte de garabatos con múltiples formas geométricas que utilizaba para concentrarse. Las musas de la inspiración son una mera ilusión y, si existen, puede que se escondan debajo del sobaco de un grillo, el lugar más oscuro del universo.

Se cambió de ropa, se calzó las zapatillas de correr, ahora le llamaban running, se echó la mochila a la espalda y decidió atravesar el parque del río en busca de inspiración, una inspiración que últimamente solo encontraba cuando salía del parque y se adentraba en el bosque de coníferas. Bajó por la avenida central, tomó el sendero que se abría tras los árboles y descendió la pequeña pendiente, teniendo cuidado de no enredarse con las raíces que buscaban agua del arroyo. Observó a una chica solitaria que hacía yoga con las piernas entrelazadas al otro lado del cauce. La famosa postura del loto. Conocía las posturas de yoga porque, a pesar de que no era mucho mejor que la escritura aleatoria, en alguna ocasión las había utilizado para concentrarse.

Observándola, se le ocurrieron un par de historias. En una la chica era atacada por un violador y ella terminaba machacándole la cabeza con una piedra, una y otra vez, hasta que sus sesos se esparcían por la orilla. Ya había escrito cosas así otras veces y le encantaba recrearse en la parte que otros consideraban repulsiva. En la historia la chica era una amargada que buscaba en la meditación una manera de evitar el suicidio. Finalmente, se quitaba la vida llevándose por delante otras vidas al estampar su coche contra un tren en marcha.

Melania estaba convencida de que una buena historia tenía que sustentarse en una gran tragedia, aunque era mucho mejor cuando formaba parte del final y dejaba al lector, en sus propias palabras, «con el culo vuelto». En cambio, ninguno de los dos relatos le convencía demasiado. Necesitaba adentrarse en el frondoso bosque cuanto antes.

Agachó la cabeza para no chocarse con las ramas que invadían el sinuoso sendero y continuó su recorrido dejando la carretera fuera de cuadro. Las musas no estaban en casa ni cuando esperaban un paquete de Amazon. Disminuyó el paso y observó cómo la hierba se había recuperado en la zona donde, una semana antes, una pareja retozaba sobre una finísima sábana. Deberían de ser nuevos en eso de enrollarse en la naturaleza, porque Melania lo había hecho en varias ocasiones y podía constatar que no hay nada como tumbarse en una manta gruesa para evitar pinchazos en el culo.

Cruzó el pequeño puente y se adentró por fin en el bosque a través de una estrecha senda. Se vio obligada a bajar el ritmo debido a que la vegetación casi borraba el camino, de modo que concluyó la jornada de ejercicio dando un largo paseo de quince minutos tratando de no dejar ningún rastro. Los últimos metros fueron los más difíciles de completar, puesto que la hierba le llegaba hasta la cintura y no pretendía quebrar ninguna planta.

Apartó las ramas que cubrían la entrada del refugio antiaéreo, una de las reliquias que la guerra civil había dejado oculta en plenos Pirineos y abrió la mochila. Extrajo un enorme bocadillo, dos botellas de agua de litro y medio, y un táper con ensalada de pasta, tomate y queso fresco.

—Puta —dijo una voz detrás de las rejas en el interior del refugio antiaéreo—. Maldita puta asquerosa… ¡Me encontrarán! ¿Lo sabes? Algún día me encontrarán e irás a la cárcel por el resto de tus miserables días.

—Sí, sí, sí —contestó Melania aleteando con la mano derecha—. Lo que tú digas.

Extrajo un cuaderno Moleskine de la mochila, en eso no se había andado con menudencias, y un bolígrafo de gel. Se apoyó la libreta sobre las piernas, la abrió por la primera página y golpeó el botón del bolígrafo una vez tras otra, metiendo y sacando la punta de manera insistente con un clic, clic desesperante.

—No te voy a contar nada, no pienso regalarte ni una historia más. ¡Sácame de aquí! —dijo zarandeando las rejas que no se movieron ni un ápice—. ¡Socorro! —gritó al viento y ni siquiera el eco le contestó— ¡Soy Victoria Fortún! ¡Me han secuestrado! ¡Socorro! —Después emitió un chillido ensordecedor que se quebró antes de agotar el aliento—. ¡Socorro! —gritó una vez más estirando la última vocal hasta que acabó en un sollozo—. Soy la Fortún… A la Fortún no se le hace esto. Es ilegal, joder... 

Cuando terminó de llorar, Melania levantó el bocadillo y le acercó una botella de agua.

—Si quieres comer ya sabes lo que tienes que hacer —dijo dejando que sus dedos rozaran la botella y la retiró antes de que pudiera agarrarla.

—Te mataré yo misma cuando consiga salir de aquí, y ten por seguro que algún día lo haré.

—¡Oye! ¡Me quitarías un peso de encima si lo haces! —Rio con fuertes carcajadas y su rostro volvió a ponerse todo lo serio que pudo—. Venga, empieza a cantar…
 
Victoria Fortún comenzó a relatar un cuento de terror sobre una manada de lobos que atacaba a un hombre, uno que llevaba elaborando mentalmente toda la noche como obsequio para cuando su captora regresase. Palabras a cambio de comida, todo se reducía a eso. Melania pulsó una vez más el botón del bolígrafo y comenzó a escribir, palabra a palabra, lo que le dictaba la famosa escritora. Al finalizar de transcribir el relato las vio. Estaban allí. Podía sentir a las poderosas y escurridizas musas de la inspiración revoloteando a su alrededor, agitando sus pensamientos, y entonces supo lo que tenía que hacer.

Al fin y al cabo, una buena historia tenía que sustentarse en una gran tragedia.


 
 

 


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Comentarios

  1. Muy buen relato, Victor. Espero que para escribirlo no tuvieras que ponerlo en práctica.
    Nos leemos.

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    1. Muchas gracias, Juan. Siempre hay que poner en práctica lo que hacen nuestros protagonistas para saber lo que siente y poder plasmarlo en el papel.

      Yo siempre mato, secuestro, amo y odio antes de escribir o mientras escribo. En mi cabeza, claro está. 🤭

      Un abrazo, amigo.

      💪🏻📖💙

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  2. Víctor acabo de leer tu relato , esta semana con mucho retraso .Menuda sorpresa con Melania no me podía creer lo que leía me ha gustado mucho la imaginación que tiene cuando ve a la chica sentada haciendo yoga , me gusta mucho por el tremendo final , me he quedado así 😱😱😱😱

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    1. Melania es una chica comprometida con la escritura, tanto que si no vienen las musas a su encuentro es capaz de arrebatárselas al primer escritor que se ponga por delante. El final te ha pillado por sorpresa... ¡Bien! 👏🏻😄

      Melania te da las gracias por estar ahí cada semana, porque si no...

      🤭📖💙

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  3. Las gracias te las doy yo a ti , por hacer que cada semana salga un poco de mi rutina diaria ,para meterme un poco en tu mundo de imaginación , fantasía 😘

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    1. Me derrito... 😃😃😃 ¿Cómo voy a dejar los relatos semanales con comentarios así?

      Por cierto, se aceptan propuestas para el proyecto del año que viene.

      😉📖💙

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  4. Víctor yo quiero para el año que viene relatos de amor , pero sin misterio , ni muerte , ni ciencia ficción solo amor puro ahí te mando mi propuesta 😘

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    1. ¡Ostras! Me lo pones difícil...

      Recojo tu proposición y la tendré muy en cuenta, aunque algo os tendré que hacer sufrir, si no no tiene gracia. 😄

      Un abrazo.

      💪🏻📖💙

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