POLVO DE ESTRELLAS





Mi jefe es un tirano, porque siempre me dice lo que tengo que hacer. Recuerdo que hace cien o doscientas lunas, ya no recuerdo cuánto tiempo llevo aquí encerrada, puede que hayan pasado trescientas, recorría los cielos con el mejor amigo que he tenido nunca. Tan amigo, que me enamoré perdidamente de él y hasta sufrí un ataque de celos, cuando se le ocurrió traer a aquellos niños traviesos desde el país de la gente adulta.

Si os soy sincera, sé que nosotros dos nunca podríamos haber acabado juntos, básicamente debido a la diferencia de tamaño, pero el polvo mágico de mis alas resultaba mucho más brillante por aquel entonces que las tristes chispitas que destilan, de vez en cuando, desde que vivo encerrada en esta jaula.

Añoro mi vida anterior, ya no quiero ser humana para estar con él. No necesito enamorarme de nadie y tampoco deseo explorar el mundo de la gente adulta. Solo pido a aquellos que lean esta carta, que jamás dejen de soñar y que piensen en cosas bonitas.

Tal vez, si unos cuantos adultos volvieran a ser niños por un día y abrazaran la inocencia de ser felices, mis alas volverían a brillar y la magia me permitiría romper estas malditas cadenas oxidadas.

 
 

¿Sabes quién es el ser solitario que vive atrapado en una jaula por el resto de sus días?

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