MICROCUENTOS: MALAS NOTICIAS






—¿Estás bien? —preguntó Nadia, y acarició la cara de su marido.

Rayan suspiró, apretó la mano de su esposa contra su rostro y cerró los ojos.

—¿Venís a cenar o qué? —dijo la voz de un niño desde el salón.

—¡Las gambas se están enfriando! —gritó, esta vez, una niña más adulta.

—¡Ya vamos! —gritó Nadia, y Rayan la abrazó—. No tienes por qué cargar tú solo con esto, ya te he dicho que puedes contarlo. Lo llevaremos lo mejor posible.

—No, Nadia. Quiero que estas sean nuestras últimas navidades felices.





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