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Mostrando las entradas etiquetadas como RELATOS

NOMBRE EN CLAVE: TOBÍAS - PARTE 5

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—¡Despierta chaval! —dijo Jaime con cierto asqueo, rozando lo repulsivo—. Levántate, hoy tenemos una visita importante y tienes que causar buena impresión. No querrás que te vean hecho un guarro. —¿Qué hora es? —preguntó Tobías y el vigilante le miró sorprendido. —¡Hombre! ¡Eso es nuevo! ¿Desde cuándo te importa a ti la hora? —Tobías se encogió de hombros—. Son las seis y cuarto. ¿Desea usted algo más mi señor? —No. —Recapacitó—. Bueno, sí. Una pregunta. ¿Es necesario que seáis tan desagradables? Jaime soltó una risotada y después tensó su cara. —Sí, absolutamente. No tienes ni idea de lo desagradables que podemos llegar a ser. —Por desgracia Tobías lo sabía demasiado bien—. ¡Venga, que no tenemos todo el día! Ya sabes cómo va esto. No tenía todo el día, desde luego que no. Ni Andrés, donde quiera que estuviera ahora, tampoco. Tobías se quitó la ropa y se colocó sobre la letrina esperando a que la ducha se pusiera en marcha, tal y como hacía siempre que alguien destacable decidía v

NOMBRE EN CLAVE: TOBÍAS - PARTE 4

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Para Tobías, lo más difícil de haber sido sometido durante años a un entrenamiento tan exhaustivo, fue mantener ocultas cada una de las habilidades que iba adquiriendo. Siendo tan solo un muchacho, sus padres ya notaron que su hijo era más inteligente de lo normal, pero ni de lejos podían saber lo que tenían entre manos. Por ese motivo, siguieron el consejo de algunos especialistas y lo pusieron en manos del estado, «el único con medios suficientes para desarrollar todo su potencial», decían. Y vaya si lo desarrolló. Con el inicio de la guerra civil, los estudios se fueron endureciendo, así como las técnicas que utilizaban. El nivel de los experimentos era tal, que de entre todos los métodos utilizados con los sujetos de pruebas, el de descargas con electrodos constituía uno de los menos desagradables, por increíble que fuera. Los peores podían dejarlos inconscientes durante varios días. Toda aquella barbarie, contextualizada en una guerra tan recrudecida por los constantes enfren

NOMBRE EN CLAVE: TOBÍAS - PARTE 3

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Las esposas estaban tan apretadas que solo cuando el inspector Sánchez se las quitó, pudo volver a sentir las manos. Dos bonitas pulseras moradas con sus correspondientes heridas carmesí adornarían sus muñecas las próximas semanas, como recordatorio de que no estaba nada bien darle un empujón a un poli. —Muchas gracias, Fermín. Tenía las muñecas a punto de explotar. —No me llames por mi nombre, aquí soy el inspector Sánchez. —Fermín, hombre... —rezongó Andrés mientras seguía frotándose las heridas—. Si nos conocemos desde el parvulario. Todavía me acuerdo de la canción que nos inventamos en tu honor… —Hasta los huevos de la cancioncita —aseveró Fermín casi elevando un grito—. Y luego siempre estabais con las mismas tonterías. Que si cornudo, que cuándo terminaban los encierros, que me ibais a cortar las dos orejas y el rabo... No me toques los cojones Andresito, que aún te quedas durmiendo en el calabozo esta noche. —Perdona… Perdone, inspector Sánchez. —Ya sé que Expósito es un i

NOMBRE EN CLAVE: TOBÍAS - PARTE 2

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Extrajo la carpetilla del sobre y la abrió sobre la mesa. Cuando leyó el asunto del informe en la portada no le sorprendió ni lo más mínimo. —Evaluación final de sujetos —dijo para sí mismo—. Era de esperar. Se acabó el tiempo. El supervisor había cambiado a mano el nivel de seguridad del documento de cuatro a cinco, algo que no constituía una práctica habitual, pero una rúbrica en la parte inferior derecha de la hoja así lo corroboraba. Bernhard giró la portada con suavidad y procedió a su lectura.   ※   “CONSIDERACIONES PREVIAS: Este documento ha sido redactado como conclusión a los informes 00-sp-189, 00-sp-197 y 00-sp-230, incluyendo la presente evaluación final. El centro colaborador CSIC - Área de alto rendimiento, ha demostrado su total lealtad al proyecto, manteniendo en secreto todas las informaciones obtenidas del presente estudio, colaborando en los aspectos más controvertidos, y silenciando cualquier intento de insurrección por parte de los familiares de los sometidos a

NOMBRE EN CLAVE: TOBÍAS - PARTE 1

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La temperatura en el interior del edificio era más que agradable, de modo que se desabrochó el abrigo sin prisa y se lo colgó en el antebrazo. Se levantó el sombrero de fieltro, se acercó a la ventanilla del vigilante y tocó el cristal con los nudillos. El cristal era demasiado grueso como para producir el sonido que esperaba, aunque el funcionario sacó su nariz de la novela de igual modo. Eso sí, colocó el marcapáginas en su sitio antes de cerrarla. —Buenos días. Soy Thomas Bernhard. El acento del hombre era claramente alemán, lo que no le resultó extraño al funcionario. Quizá un poco exagerado, pero él solo hablaba español y chapurreaba algo de inglés, así que no era nadie para juzgarlo y, lo que es más, por allí pasaban toda clase de personajes de diferentes países, cada cual más peculiar. Un tío con pinta de nazi, que hablaba raro y demasiado repeinado, no era nada fuera de lo normal en aquellas instalaciones. —Un momentito, caballero. —Dijo Jaime, el vigilante, mientras bebía

LAS NOCHES DE CHRISTINE - LARVAE CONVIVIALES

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EPÍLOGO 1. El recuerdo de la muerte es lo que anima a vivir, a seguir adelante a pesar de las adversidades o penurias que se cruzan en nuestras vidas. Es por ese motivo que, desde los tiempos de la antigua Roma, los esclavos llevaban a la mesa en mitad de la «gustatio», un esqueleto de plata de tamaño natural, para recordar a los comensales la certeza de que todo se acaba, y celebrar así la vida disfrutando de cada momento al máximo. Esa costumbre ha quedado arraigada durante milenios, hasta el punto que no es necesario recordar que la muerte vendrá un día a por nosotros mostrando un macabro esqueleto en mitad de la cena de Nochebuena, por ejemplo, sin embargo, seguimos reuniéndonos alrededor de una mesa para celebrar, y nos agasajamos con manjares tratando de conseguir un ágape único y mejor que el anterior, si cabe. Ese estado de calma que nos brinda deleitar de la comida y del momento, ese grado de satisfacción, de felicidad al fin y al cabo, nos envuelve en una especie de aura

LAS NOCHES DE CHRISTINE - POST MORTEM

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PARTE IV † Las puertas del cine se abrieron y el público comenzó a salir al exterior. A pesar de que se trataba de una película de terror, todos bromeaban y comentaban la cinta. Algunos de ellos tomaron la acera del Cadillac Lounge hacia arriba y otros entraron en el local, pero la gran mayoría se quedó conversando unos minutos más en la misma fachada del cine. El aire se volvió más frío y una brisa húmeda zarandeó las hojas sobre la acera del parque. Suaves ráfagas de viento trajeron gotas de lluvia que pronto se intensificó hasta convertirse en una fuerte tormenta. Como si hubieran lanzado un petardo en mitad de la multitud, la gente se dispersó marchándose en todas direcciones. Dos de ellos tomaron la errónea decisión de acortar el trayecto hasta casa cruzando el parque. En las películas de vampiros, sobre todo en las que se filmaron a primeros y mediados del siglo XX, el protagonista siempre entraba en escena con una recua de relámpagos que iluminan el cuadro. No solía haber ni

LAS NOCHES DE JULIETTE - ACTUS MORTIS

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PARTE III † La voz de Juliette le llamaba casi en un susurro. Un susurro que tan solo sonaba en su cabeza. «Cruza el parque», decía. «Ven, Randall. Solo tú puedes salvarla». Y eso hizo. Cruzó el parque corriendo más rápido que nunca, dando enormes zancadas que casi se convertían en un prolongado vuelo. Por un momento experimentó lo que sienten los astronautas cuando van al espacio, esa ligera y placentera sensación de ingravidez que era incapaz de disfrutar, porque la ira había devorado cualquier otro sentimiento en su interior. Cuando llegó al centro del parque la sensación de ingravidez desapareció, y volvió a caminar como el ser humano que ya no era. Para el ojo inexperto hubiera resultado imposible encontrar a las dos mujeres en aquella oscuridad absoluta, pero no así para el ojo de un vampiro, no así para Randall, y la visión le dejó petrificado. Juliette sujetaba a Christine por detrás. Sus afiladas uñas le inmovilizaban el cuello con firmeza, clavándose en su carne como dos ga